Colombia, un experimento BLOP
Por Fernando Baena Vejarano*
No podemos estar equivocados. La intuición nos
dice a millones de colombianos que estamos viendo emerger una etapa de nuevos liderazgos
y de mejores formas de actuar todos por la felicidad de todos en una especie de
nuevo festival. Que por las venas nos pulsa ahora, ya no la sangre del miedo y
del odio, sino la de las sonrisas y los abrazos. Cantando, el coro de niños
hijos e hijas de víctimas del conflicto han realizado un homenaje al sacerdote
Francisco de Roux y la Comisión de la Verdad, en la Iglesia de San Ignacio, en
el centro de Bogotá, junto con la filarmónica de mujeres. A sus voces, el día
siguiente, domingo 28 de agosto de 2022, y para celebrar que Bogotá será
legataria de los archivos de la Comisión de la Verdad, se han sumado las
batutas del “Concierto más Grande del mundo”
con dieciséis mil músicos del sistema de orquestas de la Orquesta
Filarmónica de Bogotá, tocando juntos. Es como si Colombia entera abriera su
corazón al futuro.
Estoy convencido de que hay personas que son
mejores que otras para canalizar las energías que marcan el ritmo de la
historia, -tanto para aparentemente detener la evolución de la conciencia
humana como para efectivamente acelerarla. Les echamos la culpa,
satanizándolas, o les atribuimos el
cambio, erigiéndoles estatuas. Y no es que no sean unos el ejemplo perfecto de
la gilipollez , de la estulticia, de la sordera, de la lambonería; ni que otros
no sean ejemplos de inteligencia, buenas propuestas y experiencia para liderar;
combinando, como se debe, la experiencia práctica con los ideales
constitucionales, la valentía, la asertividad decisoria y los ideales
claros. Pero los gobernantes son solo canales
temporales para encauzar conciencias sociales. Debemos apropiarnos de la
gobernanza también nosotros todos. Somos los protagonistas de este mismo salto
a la alegría que estamos dando.
Hay cambios cuya fuente y origen trascienden
las voluntades personales. Me convenció
de ello Richard Tarnas, tras leer su tozuda investigación sobre las sincronicidades
arquetipales, en la que se olfatea el principio que pudiera enunciarse así: la
historia humana está hecha de tiempo, y este de ritmos, y estos de tendencias
unas veces destructivas, otras creativas, unas apaciguantes y suaves, otras
restrictivas, o alocadas, o impetuosas, o repentinas, o metódicas, o geniales,
o toscas, o inteligentes y complejas. Inexplicablemente, se las arreglan para
concertar procesos siempre evolutivos. Nunca ha de justificarse el sufrimiento
social, pero siempre resulta que tuvo sentido. Como si hubiese un pacto secreto
entre los actores de la obra de teatro, -nosotros-, y el creador del libreto -un
misterioso Shakespeare epocal que marca sincronías con las que todos bailamos
sin poder evitarlo. Estamos oyendo nuevas percusiones, vientos y cuerdas: hemos
comenzado a oír todos, desde adentro, el canto de nuestra alma comunitaria,
antes ensordecida por el ruido de las balas y los cilindros bomba. Es una
mezcla de guabina, joropo, vallenato, canción gaitera, bambuco y merengue; el
director de orquesta mismo ha de sentirse sorprendido de la velocidad, la
energía que ha puesto en el arranque, porque ha hecho erupción una especie de
voluntad popular que convierte sus actos de gobierno en extensiones de una
esperanza largamente postergada y de una jovialidad que sorprenderá al mundo.
Que nos dure. Que del lodo surja el loto. Que
de la profunda conciencia de lo mala gente que hemos sido, se abran los pétalos
de la buena gente que somos. Porque hemos sido -y sí, hablo en primera persona
del plural, hablemos no como quienes se sienten del lado de los buenos que
juzgan a los malos para eximirse de la vergüenza de sus propia sombra, sino
también como quienes hemos sido veneno vertido circulando por las venas de
narcotraficantes, terroristas y corruptos. Porque hemos sido, repito, de lo
peorcito. La mala fama internacional que nos dieron los seriados televisivos
sobre mafias y siliconas no solo fue una metida de pata de las productoras de
televisión ansiosas de negociar con la sombra que ha mostrado la psique de Colombia.
Fue un reflejo en el espejo. Y no es para culpas ni para golpes de pecho, sino
para conciencias y no repeticiones
-también Alemania tuvo nazis y Estados Unidos quemó a cientos de miles
de civiles con bombas atómicas-; no hay pueblo bueno ni malo por esencia. De la
misma conciencia colectiva ensombrecida de la que saldrán nuestras palomas
blancas surgieron medusas irritantes : las del clasismo ramplón de las ultraderechas
y las de la violación de los derechos humanos de las ultraizquierdas, que en un
remolino de acciones y reacciones violentas nos secuestró a todos los
colombianos en un campo de concentración cercado de alambres de púa pagados con
cocaína.
Pero también surgirá nuestro futuro , y ya lo
hace, cuando reconozcamos la luz que nos permitió darle al mundo ejemplos
inéditos de perdón social y de justicia transicional, la que nos hizo buenos
huéspedes de la estampida venezolana, la
que nos forjó como votantes críticos -por fín no manipulados por los grandes
poderes mediáticos y las histerias naranjo-empresariales-, y la que nos hace
ahora vernos al espejo como visibilizadas minorías étnicas, sexuales,
periféricas, femeninas, que se abanderan en el principio de equidad, tan raro
para una nación que por dos siglos dijo ser liberal e igualitaria, democrática
y moderna, pero que en realidad fue un feudo de aristocracias, oligopolios y
sectores que miraron a los suyos como si fuesen ajenos, en una pantomima
vergonzosa de clasismos explícitos y ocultos.
Las lógicas del poder deben cambiar. Depender
del nuevo líder y volverlo un mesías es no entender el propósito de su
liderazgo. La autonomía regional, la fiscalización ciudadana, la transparencia
en las cuentas de los dineros públicos, la descentralización de los
diagnósticos y de las soluciones…en fin, todo lo que se necesite, no va a
solucionarse ni hacia afuera ni desde afuera, si no se resuelve paralelamente
“desde adentro” con más conciencia emocional, con introspecciones personales y
comunitarias que hagan uso de todas las inteligencias, y no solo de la
inteligencia cognitiva y de sus intervenciones técnicas. Por eso, con tres
amigos míos, hemos desarrollado una reflexión sobre los 20 objetivos del desarrollo interior, pilares
actitudinales y axiológicos, virtudes sin las cuales los 17 objetivos del
desarrollo sostenibles de la agenda 2030 de la ONU se quedan cojos, pues aunque
el éxito social puede cuantificarse y medirse, la felicidad comunitaria es un
concepto mucho más profundo, complejo y válido, trascendente y afín a la nueva
cosmovisión que se necesita. Con la guerra de Ucrania no se ven venir las
decisiones planetarias que habíamos esperado tras una pandemia que tampoco nos
hermanó más. Habrá sed y no habrá agua, escaseará la comida y los insumos
agrícolas. El depredador humano necesita autoregularse, aplacar su ambición
desmedida de energías contaminantes, renunciar a las utopías consumistas,
concebir eutopías ecosostenibles y hacer con urgencia la transición antes que el
cambio climático nos deshaga a nosotros. Sobre todo, debemos inventarnos algo
diferente a las lógicas jerárquicas patriarcales. Ya se ponen a prueba nuevos
modelos de relación entre humanos y humanos, entre nosotros y otros seres
sintientes, pero hay que convertir el carnaval de la esperanza en la fiesta del
trabajo inmediato.
Por entre las tiendas -como se dice cuando se toma
rumbo entre caminos curvos y vericuetos, sin afán pero decididamente-, hemos
ido cruzando un laberinto de encuentros online, con Andrés David Fonseca Díaz, James Alfonso Delgado Giraldo y Fernando
Ospina Varón, todos muy enterados del momento que vivimos y de las perspectivas
metaintegrales que se necesitan, todos con excelentes hojas de vida
humanísticas, para crear de la nada alguna ilógica blop que nos saque del
atolladero. Desde el foro online que estamos abriendo con encuentros semanales
subidos a youtube, compartiendo y viralizando propuestas, he pensado en un
nombre que identifique nuevas maneras de hacer paz y resolver antagonismos,
estructuras de dominio, sistemas de explotación de unos hacia otros y
polarizaciones. ¿Y si la naturaleza misma tuviera algún buen ejemplo de lógicas
no lineales, no jerárquicas, y sin embargo mucho más inteligentes para resolver
problemas que las lógicas piramidales? El sistema nervioso resolvió el reto de
brindar supervivencia al organismo centralizando la información que procesa mediante
un comando central, el cerebro. Gobiernos, liderazgos personalistas y cerebro
se parecen, quieren ser la punta de la pirámide, desconocen el concepto de
holoarquía y no conciben la organización de los social sin jerarquías de
dominio y control autoritario. Pero ¿hay
modos más eficientes de repartir la inteligencia a todo lo largo y ancho de un
sistema social, para que no se lentifiquen ni los diagnósticos ni la
democratización de las soluciones ni la conformación de los equipos humanos
profesionales para cada área de mejoramiento, ni el giro de los presupuestos?
Me preguntaba esto cuando cayó en mis manos una
reseña científica sobre esta criatura genial que, ni planta ni animal, sino
protista, es una célula gigante con múltiples núcleos, el Physarum Polycephalu, familiarmente llamado Blop,
que se ha convertido en un organismo emblemático para la resolución de
problemas. El hijo de Rupert Sheldrake, Merlín Sheldrake, también biólogo,
lanzó a la fama a esta criatura en su libro “Entanglement Life”. Es un hongo, y
explora espacios problemáticos, traza soluciones eficientes, se adapta a
novedades ambientales e imprevistos. ¡y lo hace sin cerebro! Ni funciona con
tanta libertad que se anarquice, ni con tanto orden que se ponga artrítico. “Blop” me gusta, es un término corto que le
hace onomatopeya a su conducta multifacética, extensiva, tentacular. Es como si
tuviera a la vez conciencia en todas partes y en ninguna. “Colombia Blop” me
parece etiqueta de fácil recordación para un grupo que fundáramos, que se
comprometiera a no ser nunca, ni una anarquía, ni una burocracia, sino siempre
un anhelo de sinergias, afectos, entendimientos y, paralelamente, acciones
solidarias transformativas -no hay mejor praxis que una buena teoría, como se
dice por ahí. Cualquier comunidad podría avisar que ha decidido volverse
metástasis del amor, y surgirían así más grupos, locales y nacionales: Medellín
blop, Nueva York blop, Yopal blop, cada uno comprometido con hacerle el amor a
la esperanza. Y como en el cerebro del embrión cuando maduran por fin todas sus
neuronas, que subitamente se interconectan, a punta de conversar rico se
sentiría listo cada grupúsculo para actuar a favor de un todo mayor, para
extender mejores solidaridades con otros, que es lo que ocurre cuando el bebé
se hace conciente. ¡Entonces el planeta vería emerger lo impredecible, con la
simple fórmula de tejer redes de confianza!
La conciencia blop es como un pulpo. Como el Physarum,
crece en todas direcciones al tiempo, buscando comida, y cuando la encuentra se retrae y forma las
conexiones entre sus fuentes de alimento, tomando decisiones entre cursos de
acción alternativos. Lo considera todo a la vez, como si mirara el terreno
desde un dron. Encoge las sinapsis que
no han encontrado nada y fortalece las que sí lo han hecho, por medio de
contracciones químicas. Pero lo hace mejor que un sistema lineal de
procesamiento de información, como demostró un experimento en el que se puso al
plasmodium en un laberinto a escala de Tokyo, para que usara su habilidad de
encontrar avena, haciendo redes
eficientes de generosa distribución de nutrientes. Y lo hizo imitando casi
inmediatamente el diseño de la red ferroviaria de la populosa ciudad, en un
tiempo record que humilló la
inteligencia de cientos de ingenieros del transporte -quienes habían necesitado
mucho más esfuerzo para dar con el mismo resultado.
¿Será
alguna especie de salto cuántico el que necesitemos, tipo blop, para afrontar
los retos del siglo XXI? El experimento blop, creo, es el de entrelazar y
confiar en las sinergias y las intuiciones que van llevando a buen término la
vida del organismo social, como lo hemos hecho con mis tres amigos youtubers,
que ahora escribirán también columnas como esta , para nutrir discusiones que
tejan país, subcontinente americano y planeta Tierra. Enfrente tenemos al más abisal
siglo al que la humanidad se ha asomado, el que necesita soluciones logradas a
pulso de inesperadas creatividades. Un algoritmo inspirado en la lógica blop
resolvió mejor que decenas de astrónomos juntos la pregunta acerca de cómo se
verían en tres dimensiones las treinta y siete mil galaxias conocidas, creando
un mapa digital de la red cósmica -que comparada con los datos del Telescopio
Hubble coincidía en gran medida. La lógica blop es más orgánica y humana que
las inteligencias artificiales, y muy superior a las mezquindades politiqueras
y a las lentitudes burocráticas. El
filósofo experimental Jonathan Keats dice que el Blop podría guiarnos para resolver
temas de economía, formular políticas de gobernanza y no solo atender asuntos
de mapeo, distribución y transporte, sino hasta indicar nuevas alternativas
para la política de drogas y el uso de recursos. Si todo eso es posible, es
porque necesitamos una lógica blop. Ahora
nosotros, los cuatro bloperos, queremos que se nos unan ustedes, nuestros
lectores, para que, multiplicándose también, extendamos ramas de locura y
ensueño por toda la vida, en todas partes.
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*www.tumeditacion.com.co
**https://www.bbc.com/mundo/noticias-62663226
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