viernes, 2 de septiembre de 2022

Colombia, un experimento BLOP

 

Colombia, un experimento BLOP

Por Fernando Baena Vejarano*

 


No podemos estar equivocados. La intuición nos dice a millones de colombianos que estamos viendo emerger una etapa de nuevos liderazgos y de mejores formas de actuar todos por la felicidad de todos en una especie de nuevo festival. Que por las venas nos pulsa ahora, ya no la sangre del miedo y del odio, sino la de las sonrisas y los abrazos. Cantando, el coro de niños hijos e hijas de víctimas del conflicto han realizado un homenaje al sacerdote Francisco de Roux y la Comisión de la Verdad, en la Iglesia de San Ignacio, en el centro de Bogotá, junto con la filarmónica de mujeres. A sus voces, el día siguiente, domingo 28 de agosto de 2022, y para celebrar que Bogotá será legataria de los archivos de la Comisión de la Verdad, se han sumado las batutas del “Concierto más Grande del mundo”  con dieciséis mil músicos del sistema de orquestas de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, tocando juntos. Es como si Colombia entera abriera su corazón al futuro.

Estoy convencido de que hay personas que son mejores que otras para canalizar las energías que marcan el ritmo de la historia, -tanto para aparentemente detener la evolución de la conciencia humana como para efectivamente acelerarla. Les echamos la culpa, satanizándolas,  o les atribuimos el cambio, erigiéndoles estatuas. Y no es que no sean unos el ejemplo perfecto de la gilipollez , de la estulticia, de la sordera, de la lambonería; ni que otros no sean ejemplos de inteligencia, buenas propuestas y experiencia para liderar; combinando, como se debe, la experiencia práctica con los ideales constitucionales, la valentía, la asertividad decisoria y los ideales claros.  Pero los gobernantes son solo canales temporales para encauzar conciencias sociales. Debemos apropiarnos de la gobernanza también nosotros todos. Somos los protagonistas de este mismo salto a la alegría que estamos dando.

Hay cambios cuya fuente y origen trascienden las voluntades personales.  Me convenció de ello Richard Tarnas, tras leer su tozuda investigación sobre las sincronicidades arquetipales, en la que se olfatea el principio que pudiera enunciarse así: la historia humana está hecha de tiempo, y este de ritmos, y estos de tendencias unas veces destructivas, otras creativas, unas apaciguantes y suaves, otras restrictivas, o alocadas, o impetuosas, o repentinas, o metódicas, o geniales, o toscas, o inteligentes y complejas. Inexplicablemente, se las arreglan para concertar procesos siempre evolutivos. Nunca ha de justificarse el sufrimiento social, pero siempre resulta que tuvo sentido. Como si hubiese un pacto secreto entre los actores de la obra de teatro, -nosotros-, y el creador del libreto -un misterioso Shakespeare epocal que marca sincronías con las que todos bailamos sin poder evitarlo. Estamos oyendo nuevas percusiones, vientos y cuerdas: hemos comenzado a oír todos, desde adentro, el canto de nuestra alma comunitaria, antes ensordecida por el ruido de las balas y los cilindros bomba. Es una mezcla de guabina, joropo, vallenato, canción gaitera, bambuco y merengue; el director de orquesta mismo ha de sentirse sorprendido de la velocidad, la energía que ha puesto en el arranque, porque ha hecho erupción una especie de voluntad popular que convierte sus actos de gobierno en extensiones de una esperanza largamente postergada y de una jovialidad que sorprenderá al mundo.

Que nos dure. Que del lodo surja el loto. Que de la profunda conciencia de lo mala gente que hemos sido, se abran los pétalos de la buena gente que somos. Porque hemos sido -y sí, hablo en primera persona del plural, hablemos no como quienes se sienten del lado de los buenos que juzgan a los malos para eximirse de la vergüenza de sus propia sombra, sino también como quienes hemos sido veneno vertido circulando por las venas de narcotraficantes, terroristas y corruptos. Porque hemos sido, repito, de lo peorcito. La mala fama internacional que nos dieron los seriados televisivos sobre mafias y siliconas no solo fue una metida de pata de las productoras de televisión ansiosas de negociar con la sombra que ha mostrado la psique de Colombia. Fue un reflejo en el espejo. Y no es para culpas ni para golpes de pecho, sino para conciencias y no repeticiones  -también Alemania tuvo nazis y Estados Unidos quemó a cientos de miles de civiles con bombas atómicas-; no hay pueblo bueno ni malo por esencia. De la misma conciencia colectiva ensombrecida de la que saldrán nuestras palomas blancas surgieron medusas irritantes : las del clasismo ramplón de las ultraderechas y las de la violación de los derechos humanos de las ultraizquierdas, que en un remolino de acciones y reacciones violentas nos secuestró a todos los colombianos en un campo de concentración cercado de alambres de púa pagados con cocaína.

Pero también surgirá nuestro futuro , y ya lo hace, cuando reconozcamos la luz que nos permitió darle al mundo ejemplos inéditos de perdón social y de justicia transicional, la que nos hizo buenos huéspedes  de la estampida venezolana, la que nos forjó como votantes críticos -por fín no manipulados por los grandes poderes mediáticos y las histerias naranjo-empresariales-, y la que nos hace ahora vernos al espejo como visibilizadas minorías étnicas, sexuales, periféricas, femeninas, que se abanderan en el principio de equidad, tan raro para una nación que por dos siglos dijo ser liberal e igualitaria, democrática y moderna, pero que en realidad fue un feudo de aristocracias, oligopolios y sectores que miraron a los suyos como si fuesen ajenos, en una pantomima vergonzosa de clasismos explícitos y ocultos.

Las lógicas del poder deben cambiar. Depender del nuevo líder y volverlo un mesías es no entender el propósito de su liderazgo. La autonomía regional, la fiscalización ciudadana, la transparencia en las cuentas de los dineros públicos, la descentralización de los diagnósticos y de las soluciones…en fin, todo lo que se necesite, no va a solucionarse ni hacia afuera ni desde afuera, si no se resuelve paralelamente “desde adentro” con más conciencia emocional, con introspecciones personales y comunitarias que hagan uso de todas las inteligencias, y no solo de la inteligencia cognitiva y de sus intervenciones técnicas. Por eso, con tres amigos míos, hemos desarrollado una reflexión sobre los 20  objetivos del desarrollo interior, pilares actitudinales y axiológicos, virtudes sin las cuales los 17 objetivos del desarrollo sostenibles de la agenda 2030 de la ONU se quedan cojos, pues aunque el éxito social puede cuantificarse y medirse, la felicidad comunitaria es un concepto mucho más profundo, complejo y válido, trascendente y afín a la nueva cosmovisión que se necesita. Con la guerra de Ucrania no se ven venir las decisiones planetarias que habíamos esperado tras una pandemia que tampoco nos hermanó más. Habrá sed y no habrá agua, escaseará la comida y los insumos agrícolas. El depredador humano necesita autoregularse, aplacar su ambición desmedida de energías contaminantes, renunciar a las utopías consumistas, concebir eutopías ecosostenibles y hacer con urgencia la transición antes que el cambio climático nos deshaga a nosotros. Sobre todo, debemos inventarnos algo diferente a las lógicas jerárquicas patriarcales. Ya se ponen a prueba nuevos modelos de relación entre humanos y humanos, entre nosotros y otros seres sintientes, pero hay que convertir el carnaval de la esperanza en la fiesta del trabajo inmediato.

Por entre las tiendas -como se dice cuando se toma rumbo entre caminos curvos y vericuetos, sin afán pero decididamente-, hemos ido cruzando un laberinto de encuentros online, con Andrés David Fonseca Díaz, James Alfonso Delgado Giraldo y Fernando Ospina Varón, todos muy enterados del momento que vivimos y de las perspectivas metaintegrales que se necesitan, todos con excelentes hojas de vida humanísticas, para crear de la nada alguna ilógica blop que nos saque del atolladero. Desde el foro online que estamos abriendo con encuentros semanales subidos a youtube, compartiendo y viralizando propuestas, he pensado en un nombre que identifique nuevas maneras de hacer paz y resolver antagonismos, estructuras de dominio, sistemas de explotación de unos hacia otros y polarizaciones. ¿Y si la naturaleza misma tuviera algún buen ejemplo de lógicas no lineales, no jerárquicas, y sin embargo mucho más inteligentes para resolver problemas que las lógicas piramidales? El sistema nervioso resolvió el reto de brindar supervivencia al organismo centralizando la información que procesa mediante un comando central, el cerebro. Gobiernos, liderazgos personalistas y cerebro se parecen, quieren ser la punta de la pirámide, desconocen el concepto de holoarquía y no conciben la organización de los social sin jerarquías de dominio y control autoritario.  Pero ¿hay modos más eficientes de repartir la inteligencia a todo lo largo y ancho de un sistema social, para que no se lentifiquen ni los diagnósticos ni la democratización de las soluciones ni la conformación de los equipos humanos profesionales para cada área de mejoramiento, ni el giro de los presupuestos?

Me preguntaba esto cuando cayó en mis manos una reseña científica sobre esta criatura genial que, ni planta ni animal, sino protista, es una célula gigante con múltiples núcleos, el Physarum Polycephalu, familiarmente llamado Blop, que se ha convertido en un organismo emblemático para la resolución de problemas. El hijo de Rupert Sheldrake, Merlín Sheldrake, también biólogo, lanzó a la fama a esta criatura en su libro “Entanglement Life”. Es un hongo, y explora espacios problemáticos, traza soluciones eficientes, se adapta a novedades ambientales e imprevistos. ¡y lo hace sin cerebro! Ni funciona con tanta libertad que se anarquice, ni con tanto orden que se ponga artrítico.  “Blop” me gusta, es un término corto que le hace onomatopeya a su conducta multifacética, extensiva, tentacular. Es como si tuviera a la vez conciencia en todas partes y en ninguna. “Colombia Blop” me parece etiqueta de fácil recordación para un grupo que fundáramos, que se comprometiera a no ser nunca, ni una anarquía, ni una burocracia, sino siempre un anhelo de sinergias, afectos, entendimientos y, paralelamente, acciones solidarias transformativas -no hay mejor praxis que una buena teoría, como se dice por ahí. Cualquier comunidad podría avisar que ha decidido volverse metástasis del amor, y surgirían así más grupos, locales y nacionales: Medellín blop, Nueva York blop, Yopal blop, cada uno comprometido con hacerle el amor a la esperanza. Y como en el cerebro del embrión cuando maduran por fin todas sus neuronas, que subitamente se interconectan, a punta de conversar rico se sentiría listo cada grupúsculo para actuar a favor de un todo mayor, para extender mejores solidaridades con otros, que es lo que ocurre cuando el bebé se hace conciente. ¡Entonces el planeta vería emerger lo impredecible, con la simple fórmula de tejer redes de confianza!

 La conciencia blop es como un pulpo. Como el Physarum, crece en todas direcciones al tiempo, buscando comida, y  cuando la encuentra se retrae y forma las conexiones entre sus fuentes de alimento, tomando decisiones entre cursos de acción alternativos. Lo considera todo a la vez, como si mirara el terreno desde un dron.  Encoge las sinapsis que no han encontrado nada y fortalece las que sí lo han hecho, por medio de contracciones químicas. Pero lo hace mejor que un sistema lineal de procesamiento de información, como demostró un experimento en el que se puso al plasmodium en un laberinto a escala de Tokyo, para que usara su habilidad de encontrar avena,  haciendo redes eficientes de generosa distribución de nutrientes. Y lo hizo imitando casi inmediatamente el diseño de la red ferroviaria de la populosa ciudad, en un tiempo record que humilló  la inteligencia de cientos de ingenieros del transporte -quienes habían necesitado mucho más esfuerzo para dar con el mismo resultado.  

¿Será alguna especie de salto cuántico el que necesitemos, tipo blop, para afrontar los retos del siglo XXI? El experimento blop, creo, es el de entrelazar y confiar en las sinergias y las intuiciones que van llevando a buen término la vida del organismo social, como lo hemos hecho con mis tres amigos youtubers, que ahora escribirán también columnas como esta , para nutrir discusiones que tejan país, subcontinente americano y planeta Tierra. Enfrente tenemos al más abisal siglo al que la humanidad se ha asomado, el que necesita soluciones logradas a pulso de inesperadas creatividades. Un algoritmo inspirado en la lógica blop resolvió mejor que decenas de astrónomos juntos la pregunta acerca de cómo se verían en tres dimensiones las treinta y siete mil galaxias conocidas, creando un mapa digital de la red cósmica -que comparada con los datos del Telescopio Hubble coincidía en gran medida. La lógica blop es más orgánica y humana que las inteligencias artificiales, y muy superior a las mezquindades politiqueras y a las lentitudes burocráticas.  El filósofo experimental Jonathan Keats dice que el Blop podría guiarnos para resolver temas de economía, formular políticas de gobernanza y no solo atender asuntos de mapeo, distribución y transporte, sino hasta indicar nuevas alternativas para la política de drogas y el uso de recursos. Si todo eso es posible, es porque necesitamos una lógica blop.  Ahora nosotros, los cuatro bloperos, queremos que se nos unan ustedes, nuestros lectores, para que, multiplicándose también, extendamos ramas de locura y ensueño por toda la vida, en todas partes.

----------------

 

 

*www.tumeditacion.com.co

**https://www.bbc.com/mundo/noticias-62663226

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario