Pluralismo religioso: algo mucho mejor
que cerrar una capilla
Por Fernando Baena Vejarano
Me ocupa y preocupa
el tema de la expresión religiosa, inter-religiosa y supra-religiosa en
Colombia. No soy católico practicante. Me inclino con indisciplina por el
budismo, practico y enseño meditación juiciosamente, intento asimilar la
espiritualidad humana con actitud integralista, hago sicoterapia. Pero que en
el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá, Colombia, por orden
de la Alcaldesa Claudia Lopez y con la pasiva obediencia del concesionario OPAIN, hayan cerrado una capilla administrada por la iglesia Católica, a nombre del
principio constitucional de que somos un estado laico, y con el argumento de
que ese lugar público o es de todos o de nadie, me pone a pensar acerca de cómo
concebir la equidad y la libertad en materia del manejo político de la
inclinación humana por lo trascendente. En aparente “coincidencia” con el
escándalo de la capilla proscrita, se viralizaron en redes todo tipo de
opiniones sobre los deberes fiscales de las iglesias.
Hay un tema de mayorías,
porque hay más católicos que no católicos en Colombia. ¿Cómo atender con
equidad en sus necesidades religiosas a las mayorías y a las minorías
poblacionales que, cada una a su modo, intentan comprender y relacionarse con
el misterio de lo sagrado? ¿Qué es mejor, negarle a las mayorías sus
privilegios comparativos, o crear nuevos espacios para favorecer a las minorías
aún no atendidas por los presupuestos y las ejecuciones públicas de espacios
arquitectónicos para necesidades de trascendencia espiritual? Los
contribuyentes al fisco juegan futbol, hacen música y buscan a Dios o prueban con el yoga místico. ¿Por qué
hay entonces presupuesto estatal para deportes y artes, pero no para
actividades religiosas y espirituales -lo uno no equivale a lo otro-, como si
en el concepto de “cultura” no cupiese la educación para la transformación
evolutiva del ser humano? Por supuesto, no hay ninguna decisión política que,
basada o no en la constitución, no pueda no contener un mensaje simbólico.
Constitucionalmente es argumentable darle otro uso a un espacio público y
administrativamente puede ser legal. Devolverle su onerosa inversión económica
en la capilla al grupo católico desposeído del uso exclusivo de ese espacio
público sería lo correcto y lo legal, además. Sobre eso, no se oyen respuestas
de la administración distrital. Pero ¿cuál otro mensaje simbólico está dando,
desde la postura ideológica de izquierda, la alcaldesa?
Nuestra constitución
política de 1991 no se ciñe a ninguna religión particular, pero tampoco es
atea. Lo ateo sería prohibir la búsqueda de lo sagrado, como en la Rusia de
Stalin, cualquiera que fuese su institucionalización social, o perseguir
creencias, persiguiendo primero a las mayorías. ¿Ser pluralista se está
confundiendo con ser ateo?¿Hay un mensaje ateo en gestos como el indicado, o en
haber permitido manifestaciones masivas de población LGTBI durante la pandemia,
en Bogotá, y hasta compras masivas en supermercados, pero no ordenadas y
despobladas asistencias a iglesias católicas, durante la regencia de la alcaldesa?
A la postura inapelable del Vaticano sobre temas de aborto y sexualidad, género
e identidad y preferencia sexual ¿No está respondiendo Claudia Lopez, de modo
contestatario, desde su sesgo, en demostración del poder de la izquierda?¿Cuál
es el simbolismo de fondo? Tumbar un ídolo ¿No es tácitamente imponer otro?¿Se
confunde el pluralismo religioso con la agresión hacia un culto mayoritario, y
la invisibilización de otros cultos minoritarios? ¿Se trata de una guerra, con
armas fiscales, enmascarada de pluralismo constitucional?
La equidad ¿es
igualitarismo? ¿Repartir el horario del espacio religioso en franjas iguales de
tiempo de uso para diversos cultos es ser equitativo, o es simplemente zanjar
el asunto a lo salomónico? ¿No sería más equitativo tener un presupuesto
proporcional a la población religiosa censada, para crear nuevas “capillas” en
espacios públicos? En el aeropuerto de Amsterdam hay un magnífico “centro de
meditación”, con implementos, textos sagrados y objetos rituales de varias
creencias, subdividido en varias secciones, para que no solo personas afiliadas
a una u otra religión, sino también aquellas que desean un espacio
supra-religioso, puedan desde orar hasta practicar meditación un rato. Eso es
pensar con abundancia, pluralismo y mente abierta. Hasta una parte del
presupuesto público, y de cultura, podría dedicarse a la promoción de
actividades dedicadas a la difusión del ateísmo y de otras posturas (si se
tiene en cuenta que el ateo es un creyente, un creyente de que no hay un Dios,
cosa muy diferente del agnosticismo y del gnosticismo, es decir, de las
posturas de que no se puede o sí se puede, respectivamente, “saber”
o “vivenciar” a Dios, por ejemplo mediante prácticas místicas y conductas
éticas amorosas).
¿Resuelve algo
provocar a los católicos, desafiando su espacio sagrado? La sensibilidad
religiosa es un tema delicado, y debería ser más cuidadoso cualquier
protagonista de la política para no herir la profunda identificación emocional
que los creyentes tienen hacia sus símbolos, rituales y espacios totémicos (cfr
Mircea Eliade). Buen gesto ha sido que algún grupo budista haya salido a
defenderlos -aunque hay que ver si lo mismo hubiesen hecho por ellos los
católicos si alguna medida administrativa hubiese amenazado los intereses budistas.
Habla bien del budismo y de su amplia mentalidad que apoye el estilo católico
de resolución de la necesidad de lo sagrado.
¿Se practica
pluralismo político y religioso, como manda la constitución, al derrumbar unos
ídolos mayoritarios, o tradicionales, o coloniales? A nombre de la religiosidad
nativo-ancestral, pero también de su confluyente relación ideológica con las
minorías políticas indigenistas y el tema del uso de la tierra en Colombia, se
tumbaron estatuas de “héroes” y fundadores de ciudades colonializadas y
territorios conquistados por España. Tuvo impacto mediático. ¿Es hora de
volvernos iconoclastas? ¿Es eso posible, cuando el ser humano, que viene de
etapas mágico-míticas del desarrollo de la conciencia, no puede dejar de ser lo
que ha sido, sino intentar trascender e incluir su pasado en un mejor futuro? ¿Tan
sesgado es ensalzar en el podio de una plaza a un esclavista español como a un
independendista criollo o a un líder indigenista? ¿No sería mejor un
plebiscito, o un traslado y reemplazo turnado de estatuas, para satisfacer
temporalmente a unos -los que se sienten más hispano-descendientes- y a otros
-quienes optan por identificarse con religión de la madre tierra y la cultura
pre-hispánica?¿ No sería hora, mas bien, de atender a las poblaciones budistas,
hinduistas, islámicas, ancestralistas, protestantes y no católicas, para crear
procesos comunitarios de diseño de apoyo proporcionales a sus poblaciones y
actividades; atención que podría organizarse con fondos público-privados que a
la vez que incentivaran las actividades religiosas y suprareligiosas sirvieran
para recaudar fiscalizar mejor y cobrar impuestos que no menoscaben a nadie,
poniendo coto de una vez al sectarismo protestante, al contradictorio
enriquecimiento excesivo de pastores e iglesias? Los líderes no sectarios
religiosos y supra-religiosos que encauzan a sus seguidores hacia la ética, el
amor, la paz interior y la aspiración por un sentido profundo de la vida
deberían recibir pensiones decentes, pues prestan un servicio social tan
valioso como el de las madres cabeza de hogar y los docentes. Se debería
fiscalizar la confiscación de conciencias y legalizar y prevenir mejor -también
mediante más educación filosófica- el control y (o) la penalización de líderes
que promueven el sectarismo, el fundamentalismo y la alienación de la libre
personalidad mediante lo que se suele llamar “técnicas de control mental”. ¿Por
qué lavar el cerebro de un creyente para manipularlo está menos visibilizado
que abusar sexualmente de un niño? Si los líderes protestantes en Colombia
recibieran la orden legal de no imponer ni recibir diezmos, pero el estado
colombiano los apoyara para sostener sus iglesias mediante fondos mixtos,
quizás se crearía un ambiente de mayor beneficio fiscal para el estado
colombiano. Esto sería mejor que pensar cómo ponerle por igual impuestos a
todas las religiones, que son tan desiguales en sus niveles de ingreso y en su
utilidad social. ¿Cuándo sí y cuando no se pondrían en riesgo, a punta de
sancionas tributarias, los proyectos de beneficio social que muchas comunidades
religiosas sostienen -a veces con mucha mayor calidad que la que el estado
mismo brinda en atención a la tercera edad, los huérfanos y desposeídos, educación,
atención al bienestar poblacional en zonas marginadas, etc?
Mucho en qué pensar.
Tonto que la alcaldesa pose de inteligente y de liberal creyendo que cerrar una
capilla, haciendo una evidente tontería política de ambiguo simbolismo, la haga
ver cómo líder de alguna avanzada ideológica. Hirió sensibilidades, y alborotó
una reacción emocional de las derechas en su contra. Polarizó.
Villa de Leyva, Septiembre 6 de 2022
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